MAGDALENA


(relato fantástico)

La carretera Estaba sola y la mañana había comenzado muy helada, quizá fuese por ello que no había gente en las afueras.
Santa Anita era un pueblo muy pequeño, sus casitas estaban acomodadas entre las montañas y Desde allí parecían verse entre las nubes.
Magdalena iba en su coche un Cadillac antiguo más viejo y descuidado que nada, ella era una mujer  solitaria y siempre que comenzaba el día, llevaba pasteles a vender en la ciudad; pero aquella mañana tenía un tinte diferente parecía ser que algo nuevo iba a suceder. Desde muy temprano al estar horneando ella sintió un latido diferente, una premonición un pensamiento en su mente, tanto que puso colorete en sus labios cosa que hacía mucho no hacía y salió a su rutina diaria, pero en el camino de pronto, entre la carretera sola y fría se encontraba un hombre batallando con su camioneta.
En estos tiempos aún la gente es muy noble y amable y el pueblo siempre abre sus puertas al Forastero; Así que Magdalena estacionó su viejo lanchero y bajó a ver si podía ayudar al Caballero.
En el fondo Ella tenía una corazonada y era noble y tierna; una mujer fuerte y apasionada.
-Buenos días joven! -dijó ella
-Buenos días señorita! Gracias por detenerse!-
-que pasa? en qué puedo ayudarle?
- mi coche se quedó sin agua, voy a Santa Anita, vengo a estudiar rocas en lo alto del pueblo en la montaña-
- yo lo llevaré! si no le molesta acompañarme, sólo voy a entregar mis pasteles y después buscaremos quien pueda ayudar en su problema-
pasaron la tarde juntos, platicaron mucho tomando café con pastel; entre más platicaban ella sentía algo dentro de sí misma parecía ser que con sus palabras traía recuerdos a su corazón, traía nostalgia y sentimientos, cosas que ardían en su interior.
Él tenía que irse y al despedirse y levantarse él le dio un abrazo y le dijo Adiós "ojitos bellos" era la frase con que siempre Leonardo se despedía y ella sorprendida se congeló lo apretó fuerte hacia su corazón y se dio cuenta de aquel hombre con quien había pasado la tarde le recordaba a aquel antiguo amor que la había llenado de ternura y pasión pero quien ya había muerto en la guerra.
El joven se fue.
Magdalena no volvió a ver o a saber sobre aquel caballero Pero antes de dormir aquella noche mientras cepillaba su cabello recordó que aquel día 15 años atrás fue la última vez que Leonardo besó su frente la tomo entre sus brazos salió de su casa y le dijo Adiós "ojitos bellos" Nos veremos pronto.
Y ese día supo dentro de sí que él había vuelto aunque pareciese otro cuerpo, su amado eterno pudo abrazarla de nuevo.

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