AMOR (éxodo)

RECORRIDO.

El amor se manifiesta ardiendo entre llamas, brasas encendidas que nunca se calman, es sublime poder ver la intensidad de su flama pero nunca alcanzar a ver las cenizas, no se extermina ni consume su llama.

El amor habla a los corazones cálidos desde su fuego y podemos sentirle tibiándonos por dentro, aunque es impalpable podemos prendernos; al sentirle cerca debemos ser cuidadosos y despojarnos del polvo de lo cotidiano, de lo rutinario de nuestras pisadas, descalzarnos ante el amor y cubrirnos los ojos para poder sentirle con los ojos del alma.

El amor es trascendente, eterno, infinito y generacional, presente antes y después de nuestro ser, el amor vive en ti y dentro de ti y es para siempre, no tiene fin.

El amor entiende nuestras penas, el dolor y las lágrimas que hemos vertido en nuestro recorrido, pero su fuego nos rescata y nos lleva a lugares de paz donde podremos experimentar prosperidad y dulzura, ser nutridos del propio fruto del amor, donde será consuelo y abrigo a cualquier clamor.

El amor prepara nuestras almas para liberar a otros, para compartir de este calor, de esta luz...del mismo amor.

Sin amor no podemos hacer nada, pero dejándole actuar desde nuestro interior muestra las señales a través de tu ser, entonces podemos celebrarlo con otras almas encendidas, almas llenas de amor; libres y saciadas, almas puras, sin ningún rencor, almas llenas de este bello e infinito amor.

El amor es amor, el amor nos envía, el amor trasciende, el amor nos guía, el amor libera, el amor alienta...el amor eterno que nutre el alma de su propio cuerpo.

A veces el amor nos lleva tan lejos, parece que su recorrido es como un desierto, pero durante el camino, entre el sol y el viento, el amor nos sacia y nos alimenta, nos apaga el hambre, la sed y el miedo.

El amor enriquece...cuando inicia y cuando crece, su recorrido en tu interior emana y florece, el amor es por siempre y para siempre, el amor es trascendente. El amor arde y nunca perece.